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viernes, 29 de marzo de 2024 05:25h.
Opiniones

Dicen que José Luis Méndez se va...

Quizá lo dicen porque Caixa Galicia va a diluirse con Caixanova en una aventura incierta cuyo primer patrón será Julio Gayoso, su adversario de toda una vida. ¿Pero se cree alguien que realmente Méndez se va? Eso aún habrá que verlo...

Quizá lo dicen porque Caixa Galicia va a diluirse con Caixanova en una aventura incierta cuyo primer patrón será Julio Gayoso, su adversario de toda una vida. ¿Pero se cree alguien que realmente Méndez se va? Eso aún habrá que verlo...

A José Luis Méndez se le acerca el final de su larga trayectoria como director general de Caixa Galicia, entre otras cosas porque su gran obra financiera va a diluirse en una fusión con Caixanova, donde su adversario de toda una vida, Julio Gayoso, tendrá la oportunidad de retirarse mandando en Vigo ¡y en A Coruña!; es decir, en lo que él llama “el Norte” o “Coruña”, a secas. Cuesta creer, la verdad, esta nueva faceta de Gayoso y cuesta creer que se vaya Méndez, la fuerza del líder, y que ese José Luis que lleva dentro esté tan callado, cuando a él nadie lo calló nunca. También cuesta explicar lo que él no quiere explicar. Y es que a José Luis Méndez se lo han llevado por delante desde la política, aprovechando algunas circunstancias financieras adversas.

Es pronto todavía para valorar su trayectoria. Por dos razones: una, porque falta perspectiva, y dos, porque todavía no ha terminado. ¿Entonces no se va? Hay personas que no se pueden ir, ni saben irse, al menos sin contar que pasó lo que pasó, como diría en un caso así el entrañable abogado coruñés don Manuel Iglesias Corral.

Méndez ha tenido dos “amigos” en este proceso de la fusión que abrazan como el oso, también ha tenido amigos sin comillas y, por supuesto, competidores y enemigos. Algunos, importantes. Ahora, José Luis Méndez está a punto de cumplir los 65 años y ya puede jubilarse pero, por muchas cosas que le separen de Zapatero, seguro que está dispuesto a retrasar el cobro de la pensión, asumiendo por anticipado la nueva doctrina del Gobierno y, en especial, de Pepe Blanco. Él suele tener detalles así, no todos ellos comprensibles por el gran público.

Si algún día habla, que es lo que esperan unos y otros, puede montarse una buena, pero no parece que vayan por ahí los tiros del rubio de oro. Ya habla bastante con sus reiterados silencios.

Más problemas tienen otros. Sobre todo los que viven a su cuenta y ahora han de negociar con Julio Gayoso un infinito dame algo. Y no solo ellos. A Coruña, no nos engañemos, tiene un problema. Tanto por la pérdida de su indiscutible liderazgo financiero como por la suma de su caso al de otros miembros del lobby. Se fue Meilán, cayó Paco, José María da de sí lo que da de sí, y ahora Méndez se coloca en stand by. ¿Quién se iba a imaginar semejante cosa? Y, lo que es peor, ¿en qué cabeza cabe que sigan en pie Lendoiro y Gayoso, a quienes los despiadados ataques de La Voz de Galicia solo les han rozado un poco el flequillo?

Son horas bajas para “La Coruña”, que a su parcial decadencia –salvando el Dépor, por supuesto– suma el hecho de ver cómo en Vigo ahora hay alcalde y poder financiero, de la mano de Abel y de Julio. Son tiempos nuevos, de cambio, donde todo parece indicar que al menos a corto plazo ni habrá pelotazos ni tan generosas maneras de vivir del cuento. Sí habrá, por el contrario, oportunidades para esa otra gran Coruña que se esconde detrás del discreto Amancio Ortega, ajeno a los caprichos del viejo lobby. Y es que ya se sabe: el progreso llegó con el mercado abierto y no con capillitas. Máxime en A Coruña, que es una ciudad genuinamente laica y democrática.