Buscar
sábado, 18 de mayo de 2024 04:01h.
Opiniones

Nuevo escenario para España y Galicia

El pacto de legislatura entre el Gobierno del PSOE, el PNV y Coalición Canaria le da un cierto margen de maniobra al presidente Zapatero para intentar remontar el vuelo, por mucho plomo que tenga todavía en sus alas.

El pacto de legislatura entre el Gobierno del PSOE, el PNV y Coalición Canaria le da un cierto margen de maniobra al presidente Zapatero para intentar remontar el vuelo, por mucho plomo que tenga todavía en sus alas. El nacionalista Íñigo Urkullu matiza con la boca pequeña que el acuerdo alcanzado con el PSOE no es un pacto de legislatura, ya que si bien el PNV apuesta por la estabilidad ante la actual situación de crisis, eso no significa dar un cheque en blanco a las políticas económicas del Gobierno, pero todo parece indicar que ZP tiene pista para correr hasta que convoque las elecciones.

Esta decisión de Zapatero pone fin a su sistema de alianzas de geometría variable, con pactos a izquierda y derecha. Ya está claro que pactará con dos partidos de centro-derecha, lo cual encaja con su giro neoliberal, forzado por las exigencias de los mercados financieros y de la política que marca Alemania para toda la Unión Europea.

Un sector de la izquierda le reprochará el giro a la derecha –lo haría en cualquier caso, dadas las circunstancias–, pero no parece estar ahí la principal incoherencia, sino en la tardanza en decidirse a mover ficha. De este modo, ZP irá al compás de un partido nacionalista moderado como el PNV, que gana posiciones frente a CiU, desactivada en Madrid, por mucho que Artur Mas derrote a Montilla, como avanzan las encuestas. De rebote también pierde el Gobierno del socialista Patxi López, un espectador del pacto entre PSOE y PNV, aunque no parece ser ese el principal problema de Zapatero en estos momentos. Además, a los socialistas vascos les queda mucho tiempo por delante para poder remontar.

La siguiente etapa de Zapatero se llama economía, es decir, crecimiento y empleo. Y eso sí que es más difícil que pactar con el PNV. Agobiado por el pago de la deuda pública y la contención del déficit, el Gobierno precisa que el sector privado levante el país, lo cual pasa en un primer momento por incrementar las exportaciones, ya que el mercado interno está muy parado. Hace falta gasolina financiera, que hay poca, e incentivos a las empresas. Lo contrario ya sabemos bien en que consiste: menos actividad y más paro.

El momento también parece propicio para que en Galicia se hable de los problemas económicos en serio. Feijóo ya consumió demasiada energía en hacernos ver que Zapatero es el culpable del paro y ahora nos vendría bien a todos que se sumase al carro de la política en positivo, porque en definitiva son de la Xunta las competencias microeconómicas.

Si Feijóo quiere aflorar su mejor condición de gobernante, más allá de lucirse en los platós madrileños, tendrá que tener una estrategia económica clara para Galicia –¿a qué nos vamos a dedicar más allá de quejarnos?—y tomarse en serio los problemas financieros de las empresas. En ese sentido también parece haber llegado la hora de poner fin a las disputas internas en las caixas, porque lo que necesitan los empresarios es crédito. Se la traen floja los líos personales entre unos y otros, por mucho que el feudalismo condicione ciertas posiciones.