Buscar
sábado, 18 de mayo de 2024 03:17h.
Opiniones

Luces y sombras de la crisis en España

Las guerras de divisas, desatadas para proteger las exportaciones, cogen a Europa con el pie cambiado y no benefician a España, cuya prioridad sigue estando en reducir el déficit público, bajo los estrictos dictados de los mercados financieros y del Banco Central Europeo.

Las guerras de divisas, desatadas para proteger las exportaciones, cogen a Europa con el pie cambiado y no benefician a España, cuya prioridad sigue estando en reducir el déficit público, bajo los estrictos dictados de los mercados financieros y del Banco Central Europeo. Todo parece indicar que en lo que queda de este año e incluso el próximo las cosas irán mal, pero que a partir de 2012 España recuperará la senda del crecimiento, de modo que será posible crear empleo. Así lo prevé incluso el FMI, por lo general cicatero en sus previsiones para España.

El plan B que le sugieren al Gobierno tanto el FMI como el gobernador del Banco de España es por si no se alcanza un crecimiento del 1,3% en 2011, como estima el Ejecutivo de Zapatero en su proyecto de Presupuestos Generales del Estado. De hecho, la media de estimaciones privadas de crecimiento para España se sitúa en el 0,7%, la misma que el FMI y más cerca, por tanto, de las dadas a conocer por la Comisión Europea y la OCDE. En ese caso se vendría abajo el cuadro macroeconómico, con menos ingresos y casi los mismos gastos, de modo que no sería posible controlar el déficit, eso que tanto obsesiona a los mercados financieros donde España se financia. Éstos vigilan a España con lupa porque este país debe mucho, y no solo desde el sector público. Pero la ministra Elena Salgado replica, aparentemente segura: “No hay plan B. Vamos a cumplir el A”. Veremos.

Sea como sea el futuro, el presente pinta mal. En apenas tres años, España ha pasado de ser la octava economía del mundo a la número 12, con difícil retorno al top 10. Los desempleados son los que más sufren esta situación de parálisis económica, sin riego financiero ni medidas de acompañamiento que hagan más llevadero el ajuste. España no puede devaluar y, por tanto, se genera un cuello de botella donde los más débiles se quedan casi sin poder respirar. En crisis anteriores, todavía con la peseta, era posible devaluar y aunque el país se empobrecía en su conjunto volvía a tirar de las exportaciones y a revitalizar sus empresas y el empleo.

La Xunta de Feijóo transmite a menudo la sensación de que todas estas cosas le vienen dadas, lo cual en parte es verdad, pero se olvida de que controla casi todos los instrumentos que inciden en la microeconomía gallega. Del Foro Chaves de Economía Galega 2010 se desprendió que en Galicia es necesario priorizar los programas de gasto y pensar bien qué partidas van a sufrir el inevitable recorte presupuestario, dada la limitada autonomía de la Xunta para incrementar sus ingresos tributarios.

Para crear empleo y sostener los servicios públicos, el modelo productivo gallego debe reforzar su vector exterior, diversificando productos y destinos, compitiendo en calidad y diferenciación y no en bajos costes. Priorizar todas las políticas públicas y el ahorro cara ese objetivo reclama una ruptura con el pasado que Feijóo debería liderar. Incluso por su propio bien, para demostrar que sabe hacer política con mayúsculas y no solo echar balones fuera. Aquí sobra márketin y falta política.