En Cataluña pueden y saben hacer los deberes. La Caixa, que es la primera entidad financiera en el mercado doméstico de España –el Santander solo es líder sumando su negocios en el resto del mundo–, ha decidido transformarse en un banco, con lo que marca el camino a todas las demás, como quieren el Gobierno de Zapatero y el Banco de España.

No deja de ser curioso que Isidro Fainé, el líder de la patronal de cajas, abandere ahora un banco, Caixabank, cuyo dueño será formalmente una caja, a fin de preservar su importante obra social y cultural. Caixabank nace con un core capital del 10,9% y será el tercer banco español, por detrás del Santander y del BBVA, y el décimo de la zona euro. Su presidente será el veterano Isidro Fainé, presidente de La Caixa y de la CECA, y su consejero delegado, Juan María Nin, actual director general, un financiero de alto nivel y una tremenda capacidad de comunicación.

Pero desde Barcelona no solo van a controlar el tercer banco de España, sino también empresas estratégicas como Gas Natural –con Fenosa dentro–, Telefónica, Repsol o Abertis. Vista la impecable operación desde Galicia, da envidia. Y encima cumpliendo las futuras normas de Basilea III. Esto de La Caixa ya parece el Barça de Messi.

Por si fuera poco, detrás de La Caixa seguirán estando representantes de ayuntamientos, impositores y trabajadores, así como de sus entidades fundadoras y sociales, donde destacan algunas como el Ateneu, la Cámara de Barcelona, el Círculo de Economía o la patronal Foment del Treball, la que presidía Joan Rosell hasta que tomó posesión recientemente como líder de la CEOE. ¿Verdad que todo encaja?

En Galicia se idearon en los últimos años operaciones similares pero no cuajaron. Ni el intento de controlar grandes empresas estratégicas, como la eléctrica Fenosa, ni el proyecto de articular una Criteria gallega en torno a CXG. Claro que desde Galicia también hubo opción a controlar el 25% de Telecinco y también se perdió ese tren. Y es lo que hay.

Sostener que menos tienen otros sería un mal consuelo. Soñar con tener lo que ya no se puede alcanzar equivaldría a perder el tiempo. Con las actuales reglas de juego y los mimbres que hay procede ser realistas tanto en la economía financiera del país como en la realpolitik. Por mucho que digamos, incluso por mucho que nos quejemos todos llenos de razones, no nos van a bajar la luna.

En Cataluña también tienen sus malos ejemplos y no eluden asumirlos. Así, Catalunya Caixa, la segunda caja catalana y la cuarta española, ha reconocido que el camino para recapitalizarse es su reconversión en un banco, en el que quiere dar entrada a uno o varios inversores.

Son, como puede verse, dos ejemplos muy diferentes, pero en ambos casos se observa máxima diligencia en la búsqueda de soluciones a problemas financieros concretos que, nos gusten o no, son los que son. Nadie con sentido cívico debería condenar la banca social, es decir, las cajas de ahorros, pero la clave no está ahora mismo en protestar, sino en actuar para ir haciendo lo que buenamente se pueda, con ambición y sentido de país.