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sábado, 18 de mayo de 2024 03:17h.
Opiniones

Impuestos, ricos y paganos

El proyecto de Ley de Presupuestos para 2011 incluye dos nuevos tipos en el IRPF para las rentas altas: el marginal será del 44% a partir de unos ingresos de 120.000 euros y del 45%, desde 175.000 euros. Hasta ahora, el tipo máximo estaba en el 43% para rentas superiores a 53.000 euros.

El proyecto de Ley de Presupuestos para 2011 incluye dos nuevos tipos en el IRPF para las rentas altas: el marginal será del 44% a partir de unos ingresos de 120.000 euros y del 45%, desde 175.000 euros. Hasta ahora, el tipo máximo estaba en el 43% para rentas superiores a 53.000 euros. Con esta medida, Hacienda espera recaudar unos 200 millones extra al año, que saldrán del bolsillo de los cerca de cien mil contribuyentes que declaran ganar más de 120.000 euros. Es mucho dinero, sobre todo para quienes lo aportarán, pero con eso no se arreglan las exhaustas arcas del Estado, cuyo déficit es milmillonario: al fin y al cabo, 200 millones solo equivalen al 4,5% de los 4.400 millones que ahorrará el Gobierno rebajándole el 5% el sueldo a los funcionarios y al 0,3% del total de la recaudación por IRPF, que es de 63.800 millones.

Es evidente que es más un gesto político de ZP que una gran decisión económica de Elena Salgado. Y es también una medida de maquillaje, ya que esta subida del IRPF no afecta a los más ricos, como venía diciendo el presidente del Gobierno desde mayo, sino a los que más declaran –generalmente, ejecutivos–, que es algo muy distinto. ¿Por qué? Muy sencillo: los más ricos apenas pagan impuestos vía IRPF, ya que lo hacen a través de sociedades, de manera que como titula el diario Lainformación.com tributan como si fueran becarios. Pudiera parecer un chiste pero, por desgracia, no lo es.

De entrada, el Impuesto de Sociedades es del 30%, casi la retención que afecta a un declarante de 17.700 euros, muy inferior por tanto al 45% previsto para rentas altas en el nuevo IRPF. Y de salida, los ricos-ricos de verdad ni siquiera van por esa vía, sino que se mecen en sus ‘sicavs’, que tributan al 1%.

A los muy ricos les favorecen dos cosas: la legislación europea –si España sube la fiscalidad a las sicav, pueden irse a Luxemburgo, de modo que a España más le vale recaudar un poco que nada– y la propia legislación interna, que suprimió el impuesto de Patrimonio y sigue amparando telarañas societarias y fiscales, a menudo diseñadas por antiguos inspectores de Hacienda al servicio de las grandes fortunas. Una sicav no solo paga a Hacienda el 1% de sus resultados, sino que las plusvalías que obtiene, al ser consideradas ahorro, se gravan al 19-21%; es decir, el tipo aplicado por renta a los mileuristas.

Un ejemplo más: Amancio Ortega, dueño de Inditex y uno de los 10 hombres más ricos del mundo, cobrará este año 443 millones en dividendos y solo tributará al 21%. El nuevo tope del 45% solo le afectará al 1,5 millones de euros que percibe como presidente ejecutivo. El economista y columnista de Xornal José Antonio Pena Beiroa ha resumido todo esto muy bien en una sola frase: la propaganda oficial habla de aumentar los impuestos a los ricos pero, no nos engañemos, los ricos no lo son por las rentas del trabajo, las únicas que se incrementan, sino por las plusvalías y las rentas de capital, que no se tocan. En la práctica, a los ricos, el Gobierno apenas hizo otra cosa que dificultarles el pago diferido de sus plusvalías.