Buscar
sábado, 18 de mayo de 2024 13:39h.
Opiniones

El problema de la deuda no es Zapatero

Mucha gente, probablemente la mayoría, cree que el problema de la deuda española es del Estado, lo cual suele simplificarse aún más atribuyéndosela al Gobierno, es decir, a Zapatero, que de ese modo encarna todos los males del país. Ojalá esta burda acusación partidaria alimentada por el PP y sus terminales mediáticas fuese cierta, porque de ese modo España estaría, dentro de lo malo, bastante bien.

Mucha gente, probablemente la mayoría, cree que el problema de la deuda española es del Estado, lo cual suele simplificarse aún más atribuyéndosela al Gobierno, es decir, a Zapatero, que de ese modo encarna todos los males del país. Ojalá esta burda acusación partidaria alimentada por el PP y sus terminales mediáticas fuese cierta, porque de ese modo España estaría, dentro de lo malo, bastante bien. Por desgracia para todos, el problema de la deuda no se llama Zapatero, sino España entera. El Gobierno de Zapatero paga el precio de la deuda soportando tipos cada vez más altos porque quienes financian a España dudan de su estado de cuentas, pero no solo de las públicas, sino también de las privadas. Es decir, este país está muy endeudado pero no solo desde su Administración central, sino también desde sus bancos y cajas, desde sus empresas, desde sus familias –en récord histórico ya desde los años del boom inmobiliario– y por supuesto desde sus ayuntamientos y comunidades autónomas y desde todas esas empresas públicas y chiringuitos que han creado unos y otros. El problema de España es tan grave porque es un problema de todo el país que paga políticamente el Gobierno, soportando una caída en las encuestas y abonando unos intereses elevadísimos por los bonos que emite, con diferenciales sin precedentes con respecto al bono alemán, que marca la referencia.

Por paradójico que resulte, cuando Rajoy ataca a Zapatero por esta razón esconde su contribución al derroche desde las instituciones locales, provinciales y autonómicas que gobierna el PP. Cuando ciertos empresarios tienen la cara de ir a la Moncloa a decirle a Zapatero lo que debe hacer se olvidan de sus deberes en sus propias casas, donde muchos de ellos están apalancados hasta el cuello. Cuando algunos financieros también atacan al Gobierno no ven la paja en sus propios ojos, siendo como son responsables de haber firmado balances que no responden a la realidad y de haber acumulado líneas de crédito que ahora ya no saben –ni sabemos los demás– cómo van a refinanciar. Y, por muy doloroso que resulte decirlo, cuando desde la calle se despedaza a Zapatero muchos se olvidan de que forman parte –formamos parte– del ejército de titulares de hipotecas de viviendas que valen un 30% o un 40% menos, siendo generosos, de lo que creíamos que valían.

¿Quiere decir eso que somos todos culpables menos Zapatero y su Gobierno? Tampoco, lo único que quiere decir es que nos cuesta entender la verdadera realidad del país y asumir la parte que nos toca. Zapatero y sus ministros han cometido muchos errores, parece obvio explicarlo, pero no nos engañemos: los problemas de fondo de España no desaparecerán si ellos se van, sino que permanecerán anotados en las libretas de los mercados que nos financian. A todos, no solo al Gobierno.

Otro mito es la maldad de los mercados. Todos los banqueros suelen ser usureros y los internacionales no iban a ser menos. Suponer lo contrario sería de ingenuos. Quizá avanzaríamos más si empezásemos a pensar como alemanes.