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domingo, 05 de mayo de 2024 00:02h.
Opiniones

El problema de España no son las autonomías

España es viable y hay que evitar el choque de nacionalismos en un estéril debate sobre el Estado autonómico, decía ayer El País en su editorial. No parece mala idea, sobre todo si quienes quieren cargarse la estructura cuasifederal de España, con el pretexto de la crisis económica, serenan sus posiciones.

España es viable y hay que evitar el choque de nacionalismos en un estéril debate sobre el Estado autonómico, decía ayer El País en su editorial. No parece mala idea, sobre todo si quienes quieren cargarse la estructura cuasifederal de España, con el pretexto de la crisis económica, serenan sus posiciones. Porque si algo es evidente es que el debate recentralizador no lo han abierto los nacionalistas periféricos.

Muchas preguntas vuelven a estar en el centro del debate de fondo, más allá de las coyunturas económicas que utilizan algunos para resucitar viejos fantasmas. ¿Es España una nación? ¿Un Estado? ¿Una nación de naciones? ¿Un Estado federal que prefiere identificarse como el Estado de las Autonomías? ¿Una futura federación de naciones independientes? ¿O es otra cosa? Su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, lejos de sentenciar, alimentó el debate al admitir que el concepto de nación es discutible; todo lo contrario que para el presidente del PP, Mariano Rajoy, para quien España es una nación. “Y punto”, que diría don Manuel (Fraga)… Porque para otros matices ya tenemos al expresidente catalán Pasqual Maragall, que contempla España como “una nación de naciones”, partiendo de que Cataluña es “una nación”. Más o menos como Maragall piensan también los nacionalistas catalanes Jordi Pujol y Artur Mas.

La discusión necesaria, como propone El País, es decidir cómo un Estado compuesto y complejo debe ser funcional en la toma de decisiones durante la actual crisis. Parece de sentido común, aunque se ha perdido mucho tiempo y se ha desperdiciado la oportunidad de poner en valor la Conferencia de Presidentes. El Gobierno del PSOE hubiese encontrado en ese foro la manera de implicar al PP en la salida de la crisis, sin juegos florales. En la España de hoy no es en el Congreso donde se puede comprometer al PP (o al PSOE, si gobernase el PP), sino en las autonomías, que también son Estado –así lo dice la Constitución– y están gestionadas por los dos grandes partidos y ahora también por CiU. Ha sido un error querer gobernar una España tan compleja desde la Moncloa solo con brindis al sol desde el Congreso.

Alemania, que es un Estado federal, ha salido de la crisis sin cuestionar su estructura institucional, basada en el respeto recíproco entre el Gobierno federal y los ejecutivos de los länder, el nombre alemán que designa los estados federados. Claro que en Alemania tampoco se han cargado las cajas de ahorros, porque las suyas están pegadas a la economía productiva, lo cual les permite tener industria y empleo en todo su territorio y una envidiable capacidad de exportación de productos de alta calidad y precio. En España todavía hay demasiada tendencia a improvisar y a revolverlo todo con cruces de acusaciones entre todos. El problema de España no es su estructura cuasifederal, sino que debe mucho dinero y que no fabrica Mercedes. Y cuando se habla de que debe mucho dinero, no solo hay que mirar al Gobierno de Zapatero, sino a sus entidades financieras, a sus empresas apalancadas, a sus gobiernos autónomos y a ayuntamientos como el de Madrid.