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viernes, 26 de abril de 2024 15:47h.

Nova Galicia

Con independencia de las altas finanzas europeas, tiesas por la quita de la deuda griega, las elecciones generales del 20-N parecen haber traído un cierto sosiego a los convulsos procesos de privatización, recapitalización y concentración de las cajas de ahorros

Con independencia de las altas finanzas europeas, tiesas por la quita de la deuda griega, las elecciones generales del 20-N parecen haber traído un cierto sosiego a los convulsos procesos de privatización, recapitalización y concentración de las cajas de ahorros españolas, por lo que están abiertas unas semanas propicias para combinar la ejecución de los deberes ya puestos con la reflexión sobre su incierto futuro. Especialmente, en el caso de Novacaixagalicia (NCG), cuyo pulso mediático no siempre acompaña su realidad interna. La prueba más evidente es que en función de los toques de corneta patrocinados podemos pasar de echar pestes contra sus acaudalados ex directivos a celebrar la llegada de misteriosos inversores extranjeros que de repente desaparecen con la misma facilidad que entran y salen esos ya mitificados grandes capitales gallegos.

Es tal el desconcierto financiero general que ya cuesta saber lo que pasará mañana

Vayamos por partes, entre otras cosas porque al menos hay dos: una, la caja de antes, que ahora ya no es caja sino fundación accionista minoritaria de un banco, y dos, el banco intervenido por el Estado, Nova Galicia, donde la caja solo tiene un 7%.

A medio y largo plazo, el futuro de la caja-fundación es más que incierto, ya que se puede quedar sin gasolina, pero a corto está maquillado con el juego de los edificios que se intercambiaron banco y caja como si fuesen cromos, de manera que la fundación tiene suficiente peto para pagar a sus trabajadores e ir tirando con sus actividades sociales y culturales. Solo hay un riesgo: que alguien que vio ese dinero en caja decida comprar con él más acciones del banco, para elevar del 7% al 15% el porcentaje de participación en Nova Galicia Banco. Pero NCG, lamentablemente, ya no es la protagonista de ningún proceso financiero importante y sus hombres fuertes o están demonizados o de capa caída. La suya es una batalla de segunda, sin opción al ascenso.

La clave es el banco, donde puede suceder que aparezcan inversores o que no. Si entran los 1.800 millones que -¿recuerdan? tiene Alvariño ya no hay nada que discutir, pero si el peculiar sentido del humor del presidente de la patronal pontevedresa se queda en inocentada, habrá que aguardar o bien por los fondos americanos o por las fortunas gallegas, o por la combinación de ambas. Porque de aquellos chinos de Zapatero tampoco se habla ya mucho.

En números redondos, con unos 600 o 700 millones de euros podría controlarse la mitad del sistema financiero gallego, lo cual a primera vista parece barato, si bien a la hora de la verdad no parece tener nadie demasiada prisa en dar el gran golpe. De momento, aquí el único que puso la pasta fue el Estado, que la prestó mediante el FROB para irse en cuanto pueda, a cambio de unos buenos intereses. ¿Conclusión? O bien entra el dinero privado o Nova Galicia será "subastada", de modo que su estratégica red comercial en la zona noroeste pasaría a manos de algún gran grupo financiero, tipo Santander, Caixabank o algún extranjero. ¿Cabe que el FROB se quede en caso de integración de Nova Galicia en otra entidad? Sí. Porque siempre que sea una entidad cotizada, tendría la liquidez asegurada, una vez transformada su participación del 93% de Nova Galicia en el porcentaje que fuese del comprador. Lo único seguro es que Nova Galicia no será un banco público, como le gustaría al entusiasta y solitario BNG.

En paralelo con tanta ingeniería financiera, donde es evidente que Galicia pinta poco, está el día a día, que pasa por levantarle la moral a la red, desprovisionar lo provisionado y mejorar la imagen de la entidad, objetivos en los que de momento tampoco hemos aprendido mucho. Hasta aquí han llegado algunos jugadores de fuera, como si en Galicia no los hubiera iguales o mejores, y para de contar. En definitiva, el riesgo del efecto contagio del (desaparecido) Pastor existe y ahora veremos realmente la capacidad de liderazgo de José María Castellano, cuya valía personal y académica debe superar el listón financiero.

Cuando todo pase y haya un resultado será el momento de evaluar a unos y a otros, quizá con la ayuda del buen analista Ontiveros, pero, al igual que en el fútbol, nadie se acordará del "así jugaron", sino de cuántos goles marcaron y cuántos encajaron. Porque el resultado es lo único que cuenta. ¿O no? @J_L_Gomez

> EL PAÍS 07-11-11