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sábado, 20 de abril de 2024 01:40h.

El control del PSdeG y el BNG

Todo partido necesita un programa y un equipo que convenza al electorado de sus bondades para alcanzar así el poder. Precisa también más cosas, obviamente, entre ellas financiación, pero sin las dos primeras no sería nada, ni siquiera teniendo dinero.

Todo partido necesita un programa y un equipo que convenza al electorado de sus bondades para alcanzar así el poder. Precisa también más cosas, obviamente, entre ellas financiación, pero sin las dos primeras no sería nada, ni siquiera teniendo dinero. De hecho, ya hubo montajes políticos con mucha pasta -¿quién no recuerda la Operación Roca?- que se saldaron con ruidosos fracasos. Por tanto, por denostados que estén, los partidos son los pilares de la democracia. También en Galicia.

La derecha mediática jalea a los críticos socialistas para debilitar la organización

El sistema político gallego, a diferencia del español, no es de base bipartidista, sino que es un modelo con tres partidos que parece muy asentado, con margen incluso para la alternancia. Sin embargo, desde la izquierda, que en Galicia comprende PSdeG y BNG, corren el riesgo de ser tan aventureros que pueden desequilibrarse a sí mismos, a pesar de disponer de unas condiciones objetivas que con el paso del tiempo les serán favorables, ya que dentro de poco la gestión de la crisis zarandeará en exclusiva al PP.

La situación en el PSdeG es en ese sentido especialmente llamativa. Hay un líder que quiere seguir al frente y ser candidato presidencial, Pachi Vázquez; están en vías de renovar su programa, en un congreso ya convocado; tienen a Feijóo con la patata caliente de la crisis, y, lejos de ponerse en valor y hacer los deberes en casa, se dejan llevar a veces por tres o cuatro personas que lo primero que buscan es la aparición de un primo de Zumosol que les proteja de su probable caída en desgracia. Curiosamente, no se les conocen ideas distintas y ninguno de ellos se ve capacitado para disputar el liderazgo del partido y, en consecuencia, la candidatura a la presidencia de la Xunta. Eso sí, algunos medios conservadores ven en ellos a grandes líderes a los que protegen y jalean, lo cual solo es comprensible porque a esos medios les interesa dividir a los adversarios de la derecha y debilitar a la izquierda. Otra cosa habría que decir si ahora estuviéramos en un debate de ideas y personas, donde con transparencia y buen estilo se hicieran propuestas alternativas a las de Vázquez.

Lejos de ello, tanto desde la derecha mediática como desde un minoritario sector crítico del PSdeG se intenta proyectar la idea de que el secretario general de los socialistas gallegos no tiene peso en su propia organización, lo cual es posible que suceda en la intimidad -ellos sabrán-, pero nadie lo diría viendo sus resultados. A Pachi le está pasando un poco lo que le sucedía a Rajoy: algunos iban a por él, destacando su debilidad, pero todos cuantos lo hicieron se quedaron en el camino, mientras él está ya (casi) en La Moncloa. Veamos hechos, que no opiniones: Vázquez aplicó, sin excepciones, un régimen de incompatibilidades bajo el principio una persona, un cargo, ante el que terminó cediendo incluso Carmela Silva; se deshizo por diferentes vías de las personas en las que no confiaba (Mar Barcón, Leiceaga, Modesto Pose...), colocó a quien quiso en las listas (Caamaño, entre ellos, por cierto) o en puestos relevantes (Cerviño, Pablo García, Cortizo, Laura Seara...) pero, lejos de ser acusado de intervencionista, todavía hay quien dice que manda poco. Si llega a mandar...

Otra paradoja no menor se da en el BNG, donde el portavoz parlamentario es nada menos que el líder del sector crítico a la dirección que encabeza la UPG, en un escenario al borde de la ruptura. ¿Se imagina alguien una situación así en el PSOE o en el PP: que el portavoz del Congreso sea quien persigue la caída de su líder? Podrá argumentarse que el BNG es un frente y que al tener partidos y corrientes en su seno debe dar cancha a todas las sensibilidades, pero no parece edificante repetir las tensiones entre Guillerme Vázquez, Carlos Aymerich y Teresa Táboas. En buena lógica, quien encabece el BNG debe controlar los puestos de máxima confianza, lo cual tiene pleno sentido con independencia de quien gane la asamblea.

Todo ello prueba que hoy por hoy sobra ingenuidad en la izquierda frente al pragmatismo de la derecha, que al menos de puertas afuera siempre proyecta sensación de orden y unidad de criterios. Una cosa es que sea más o menos cierto el dicho según el cual 'no hay peor enemigo que tu compañero de partido' y otra distinta es que unos y otros se queden sin amigo, sin compañero y sin partido. @J_L_Gomez


> EL PAÍS 20/12/11